Última actualización 24/02/2023 por Dani Keral
Odio Delhi.
Amo Delhi.
Te odio, Delhi… Te odio porque tan solo un minuto después de salir por las puertas de tu aeropuerto varios de tus habitantes ya intentaron timarme. Te odio porque casi (casi) lo consiguen.
Te odio… pero te amo.
Te amo porque nada más salir del metro, dos paradas más lejos de lo que debería por culpa de uno de tus habitantes (que parecía el más majo del mundo), otro de tus habitantes me dijo dónde me encontraba, qué se podía ver en la zona, cómo moverme por tus calles… Convirtiéndose, esta vez sí, en el tío más majo del mundo.
Te amo… pero te odio.
Te odio Delhi… odio tu tráfico infernal, que apenas deja un hueco a los peatones. Odio esa capa de smog que resta segundos de vida a los 15 millones de almas que te habitan…
Te odio… pero te amo.
Te amo porque nunca he visto una ciudad igual. Una ciudad donde el caos esté tan absolutamente bien coordinado. Te amo porque me dejas asombrado viendo cómo no ocurre ningún accidente en tus calles cuando debiera haber, al menos, 20 cada minuto…
Te amo… pero te odio.
Te odio, Delhi… Odio que a cada paso tenga que estar negociando cada pedazo de tierra que piso. Odio que tus habitantes quieran ser mis “mejores amigos” para conseguir venderme algo que ni siguiera he pedido…
Te odio y te amo.
Te amo porque tus habitantes también hablan, simplemente, por hablar conmigo; me preguntan, simplemente, por querer saber algo de donde vengo; me piden fotos, simplemente, porque quieren disfrutar de su encuentro conmigo…
Te amo, Delhi, y es extraño, porque te odio.
Odio tu casi permanente suciedad, la sensación que transmites de estar siempre “asquerosita”, la basura acumulada en alguno de tus rincones…
Y te amo. Te amo porque entre el marrón y gris basura, no veo más que colores. Rojos, azules, verdes infinitos de tus saris. Amarillos, rojos, naranjas de tus rickshaws. Blancos y negros brillantes de tus túnicas. La limpieza ritual de tus gentes a la entrada de la Jama Masjid, una de las mezquitas más bellas de India.
Te amo, te odio, te amo, te odio… esto es un lío.
Odio tu ruido, que se mete hasta la garganta. Tus claxons, tus motos, tus gritos, el infierno de tus calles y avenidas…
.. y amo encontrar lugares donde, de pronto,
desaparecen.
Te odio
Te amo.
Te odio…
Odio tu desorden ensordecedor. Tu maraña de cables, tu caos incesante….
…pero amo que parezca como si no existiese.
Te odio y odio a tu gente, porque no piensan más que en su supervivencia a costa de la otra gente…
Pero te amo y, sobre todo, amo a tu gente, porque no he visto nunca nadie sonreír con tanta dulzura mientras lucha por su supervivencia.
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Qué fotones Dani!
La verdad es que como lo describes es tal como me lo imagino, hasta el punto que a veces me acojono pensando que cuando llegue, vea y sienta todo lo que cuentas, y salga, cuánto habré cambiado. Una vez más me has trasladado a otro lugar 🙂
Un abrazo!
Jejeje, me alegro mucho de que hayas sentido eso!! La verdad es que es un pandemonium de ruido y desorden, pero tiene cosas super interesantes…
Umm Como la vida misma!!
Con ganas de odiar y amar a Delhi, y la India en general. Tendrá que esperar unos años para viajar con toda la family o hacerme un poco el despistado y aparecer por allí yo sólo.
Hola Javier! Jejeje, sí, es un lugar que atrae y repele a la misma vez, pero muy bueno que ya tengas esas ganas. Lo bueno es que India, al contrario que otros lugares que se masifiquen turisticamente y cambien… ya está masificado por ellos mismos y es IMPOSIBLE cambiarlo XD Un abrazo!!
Te odio, Dani, pero te amo. Te odio porque me da celos lo bien que escribes, pero te amo porque admiro cómo lo haces. Te odio porque me hiciste viajar nuevamente a esa India que tanto amé y tanto odié, y te amo por eso, porque era como estar leyendo mis pensamientos, cosa que no se hace, así que te odio. Pero seguiré leyéndote hasta amarte.