Última actualización 08/06/2021 por Dani Keral
Estando en Angkor Wat decidí jugar a un juego… un juego de pistas conmigo mismo.
…jugué a ser Jekylll y Mr Hyde…
…jugué a que yo me robaba a mi mismo…
…y jugué a que tenía que encontrar lo que mi otro yo me había robado.
La historia dice así…
«Me desperté con aquella sensación extraña y en seguida supe que había vuelto a pasar. Solo había sucedido una vez con anterioridad y aquella vez mi otro yo hizo cosas de las que solo quise avergonzarme.
Aterrado, me levanté de un salto y fui al baño para calmarme con agua fría. Entonces lo ví.
No entendía el extraño mensaje pero no cabía duda: esa era mi letra. Desconcertado me quité la camiseta y me refresqué con algo más de tranquilidad.
Cuando me enderecé y volví a mirarme entonces descubrí a que se refería el mensaje: mi colgante, el colgante que colgaba de mi cuello desde hacía 10 años no se encontraba allí.
Aquel colgante era más que un colgante. Era una historia, un amuleto, un poder, el poder que me había ayudado a elegir mi camino durante esos últimos 10 años…
Sin él me encontraba desnudo, vulnerable, desprotegido…
Lo había vuelto a hacer… Mi otro yo me la había vuelto a jugar.
Aturdido, me vestí y me puse a pensar… En ese momento me encontraba en la habitación de un hostal en Siem Riep, en Camboya. La respuesta vino sola: Siem Reap era la ciudad del gran complejo de templos de Camboya, Angkor Wat.
Rápidamente, sin desayunar, cogí mi bicicleta y me dirigí hacia los templos, a 7 kilómetros de donde estaba.
Cuando me acerqué a la entrada del recinto, controlada por varios vigilantes camboyanos, uno de ellos me hizo parar y, metiendo la mano en su bolsillo, me enseñó un nuevo post it.
El vigilante me explicó en un inglés algo torpe: “hermano gemelo dejó esta mañana para usted. Dijo que enseñase cuando usted apareciese en bicicleta”
Si había alguna duda, el inocente camboyano la despejó definitivamente… ¿hermano gemelo? Yo no tenía ningún hermano gemelo… Aquel hombre había recibido de mis propias manos aquel papel horas antes…
Cogí mi bici y continué mi camino buscando aquella misteriosa piedra que separa el camino.
Un kilómetro después me encontré con una bifurcación. Allí tendría que estar la siguiente indicación… Busqué en varios lugares pero al final me di cuenta de que estaba enfrente de mis narices, justo debajo del cartel de indicación hacia el templo de Angkor Wat.
El templo de mil cabezas… Ese solo podía ser uno: Bayon. El famoso templo con cabezas esculpidas.
La cosa estaba siendo fácil… demasiado fácil…
Tras pasar el abarrotado templo de Angkor Wat, me dirigí hacia el recinto de Angkor Tom, donde se encontraba Bayon, que ocupaba el centro del enorme complejo.
El templo bajo esa luz de la mañana era espectacular… durante unos segundos olvidé la angustia de la pérdida de mi precioso amuleto…
Después volví a la realidad y comencé a buscar la siguiente nota. Esta me llevó más tiempo… aquel templo era como un laberinto repleto de rocas desperdigadas… Finalmente, tras 40 minutos lo ví.
La cara que mira al norte… o las caras. Daba igual, porque sabía a qué se refería. Al norte de Bayon se encontraba otra construcción conocida como la terraza de los elefantes y se encontraba al lado del templo de las cabezas.
La terraza de los elefantes era una larga construcción de piedra con esculturas de cabezas de elefante. No tardé mucho en encontrarlo… hasta ese momento mi alter ego no me lo había puesto muy difícil…
Hasta ese momento.
La siguiente nota decía lo siguiente:
Con este enigmático mensaje, que leí como 10 veces, me empecé a desesperar ante la pétrea mirada de los elefantes.
Me puse a leer información que tenía guardada en los archivos del móvil sobre algún lugar donde “la tierra volviese a tomar lo que es suyo”. Y entonces leí el nombre: Ta Prohm, el único templo de todo el recinto que no había sido “limpiado” de vegetación, donde los árboles conquistaban la roca. Tenía que ser ese.
Con nuevas fuerzas, pedaleé rápidamente hacia Ta Prohm, a unos 4 kilómetros.
Llegar a él fue como meterse en una película de Indiana Jones… El templo se encontraba totalmente conquistado por el bosque. Aquel templo, de más de 1000 años de antigüedad, había sido rodeado, abrazado y descoyuntado por los enormes árboles de la selva camboyana.
Sí en Bayon era difícil encontrar la pista, en Ta Prohm fue algo desquiciante… Las ramas competían con la roca en un caos de armónica destrucción.
Vueltas y más vueltas por el recinto hasta que por fin apareció la ansiada nota.
Al leer la nota no pude más que sonreír con amargura… “¡Corre! Te quedas sin tiempo.” Mi otro yo sabía perfectamente lo difícil que me iba a resultar… obvio. Solo yo sé como putearme a mí mismo.
Busqué pero no encontré nada sobre el lago. Estaba desconcertado, cansado, hambriento, sediento y acalorado. Me senté sobre una raíz y me quedé ahí durante minutos y minutos… Grupos de turistas se sucedían uno tras otro mientras yo estaba ahí, desalentado.
Cuando uno de los grupos se detuvo cerca de mi comencé a hacer caso de lo que escuchaba…era la voz del guía. Estaba explicando cada recoveco del templo.
Pues claro… el guía.
Me acerqué y le pregunté si conocía algo sobre aquel lago… me dijo que había un lago en la zona norte, la más alejada, que rodeaba un templo sobre una isla artificial, el Neak Pehan.
No sabía si aquel sería mi lago pero era lo único que tenía y necesitaba moverme, así que me puse inmediatamente en camino.
El templo se encontraba realmente lejos, como a 12 kilómetros de donde me encontraba…
Llegué exhausto y deshidratado bajo el sol camboyan y el lago se extendió ante mí con total impunidad.
Esta vez no sabía ni por dónde empezar… ¿Cómo buscar una nota en un lago?
Me bajé de la bici y caminé hacia la entrada a la isla artificial por intentar buscar por allí primero… pero de nuevo, mi otro yo me demostraba que me conocía muy bien. Sabía que iba a estar agotado al llegar allí y por eso la siguiente prueba fue sencilla… un nuevo vigilante, al verme, metió la mano en su bolsillo y me enseñó la siguiente pista
Solo me hizo falta leerlo una vez para saber de qué hablaba la pista: Angkor Wat.
Ese era el templo que da nombre a todo el bestial recinto, el único que se conserva casi entero… y el lugar más alejado desde donde yo estaba en ese momento. Tenía pinta de ser la última… y esperaba la prueba más dura, recorrer la distancia más larga en el lugar más abarrotado de turistas.
Tras una hora, lo conseguí alcanzar: el imponente, el elegante, el milenario Angkor Wat.
En esos momentos solo me odiaba… odiaba a mi otra parte, que decidía jugármela de esa forma.
Entré al templo con las piernas temblequeantes y el lugar lleno de turistas. No sabía por dónde empezar… pero aquí decidí usar un poco la cabeza…
¿Dónde escondería yo algo valioso dentro de un templo del siglo IX?
Inmediatamente vinieron a mi mente varias respuestas, pero una ganó sobre las otras… en el último lugar donde buscaría. Y ese lugar sería a la vista de cualquier persona.
Mi otro yo sabía que ese colgante era muy importante para mi (para ambos) y que yo no pensaría que lo habría puesto en un lugar donde corriese peligro de que otra persona lo encontrase… Así que debía buscar donde más gente hubiese.
Y ese lugar era cerca de la entrada al edificio principal.
Comencé a recorrer piedra por piedra cerca de la entrada y… por fin lo vi. Un destello brillante en mitad del océano de roca.
El colgante celta, mi amuleto, mi nudo de Wayland que tanto poder tenía para mi…
Y respiré… aliviado, jurando frenar de una vez por todas a mi otro yo…
Sentía odio hacía él (hacia mi), sentía que quería desterrarle, sentía que…
Y de pronto leí el ultimo mensaje.
Y me derrumbé…
Comprendí todo, al final. Mi otro yo me había dado toda una lección… Yo solo, sin necesidad de mi amuleto, de mi “poder”, había conseguido encontrarlo, recorriendo kilómetros de selva y templos bajo el sol, el hambre y la sed…
El poder era yo. Mi amuleto soy yo.
Siempre lo tuve conmigo.»
Ayer visitamos Angkor, que buen modo original de contarlo!
Abrazos desde Siem Reap!
jeje, genial!!! Espero que os haya gustado tanto como a mi!! Gracias por el piropo!
Abrazote!!!
Crack, crack y crack hasta el infinito! Que manera tan original de atrapar al lector y enseñar. Profesor Danie te llamaré a partir de ahora.
Me ha encantado Dani. Eres un genio!!
Un abrazo tío.
Mister Cold!! Gracias por los halagazos!!! La verdad es que me lo pasé pipa, jeje.
Abrazacoooooo
He vuelto a Camboya con tu relato y he sentido esa angustia, perder una pulsera, un colgante especial… Qué bueno Dani!!Cómo no había conocido antes tu blog??
Genial,gracias por compartirlo!!!
🙂 🙂 Gracias compiiii!!! Me alegra mogollón que te haya gustado tanto!!!
Un abrazoteee!!
¿El que escondió el amuleto era Jekylll o Mr Hyde? 😉
Qué manera tan original de llevarnos contigo por los templos buscando tu amuleto. Un viaje siempre es una forma de redescubrirnos y encontrar algo que creímos perder.
Un abrazaco
Jajajaja, cualquiera de los dos… Gracias, me alegra mucho que hayáis disfrutado con el viaje!!!
Abrazaco Patri!!!
¡Es como leer un libro!
Me encantan las «paranoias» que te montas, se nota que disfrutas muchísimo buscando nuevas formas de hablar de viajes y trasladar a los que te leemos. Y las fotos, como siempre, una pasada (esto me suena que ya lo dije, pero es que es así). Qué ganas de visitar Camboya…
Un abrazo!
Jejeje, mas o menos esa era la idea, genial!!! Muchisérrimas gracias por los piropos, Valen!!
Abrazoooo!
qué bonito! me gusta muchísimo 🙂 !!!
Yuuuupiiiiii, me alegra muchíiisimo oír eso!
Qué original! Qué creativo! Me encanta. Enhorabuena.
Gracias Marta!!! Me encanta que te encante!!!
Un abrazote!!!!!
Genial Dani, me has enganchado por completo a tu historia y estoy deseando recorrer Angkor Wat este mes de marzo.
Creo que ya tienes otro seguidor ademas de Silvia :P, jajaja.
Espero que nos veamos pronto, da igual donde aunque ya sabes donde encontrarnos. Un abrazo.
Sergio.
Hola Sergio!!!
Jeje, me alegra mogollón que te haya gustado la aventurilla por Angkor. De mis raruneces varias, jeje.
Y sí, ojalá nos crucemos prontito o, al menos, más veces (y así también conozco a Silvia).
Un abrazote!! Os seguiré vuestra aventurilla sin dudarlo!!
¡Wow! Y mil veces wow!!! Está genial esto que te has inventado. Es un viaje dentro de otro. Tú si que disfrutas al máximo. Creo que da igual si vas a la Antártida, un tío con tu creatividad le sabe sacar lo maravilloso a todo. Felicidades!!!
Hola Alejandro! Muchas gracias por los halagos! Jeje, sí, es de esas cosas rarunas que hago de cuando en cuando. Me alegra que te haya gustado tanto!!
Un abrazote!!
Genial Dani! Me has trasportado a Angkor, lugar del que guardo alguno de los mejores momentos de mi viaje por Asia. Y me ha sido súper fácil imaginarte ahí, corriendo de templo en templo.
Qué manera más original de hablar de un lugar tan “saturado” de turistas y de información 😉
Un abrazo viajero!
Javi
Hola Javi!! Qué genial leerte! La verdad es que Angkor fue una pasada de experiencia y sí, para combatir la saturación turística decidí hacerme una ruta «diferente», jeje.
Un abrazote my friend!!
Qué forma mas original de llevarnos, a los que estamos del otro lado, por los templos camboyanos, de jugar y aprender. Me encantó!!
Hola MEugenia! Gracias por el comentario!! Me alegra que te haya gustado, jeje, es de esas cosas que más me gusta hacer cuando viajo… raruneces 🙂
Un abrazote!!